Entre cadenas humanas y retiro de
escombros se han desarrollado las actividades propias a una situación
catastrófica y caótica. El incendio que afectó a la ciudad de Valparaíso tiene
su origen en una negligencia sistemática donde no solamente el municipio ha
contribuido a profundizar las grandes diferencias sociales sino que también ha
generado el debilitamiento institucional. Este debilitamiento ha dado paso a
una nueva organización marginal, la cual se rige bajo parámetros de
auto-construcción y donde se concentra la pobreza, siendo un factor decidor en
la ampliación y consolidación urbana. Bajo estas condiciones de precariedad se
genera arraigo e identidad en la comunidad y el esfuerzo convive en los
terrenos de situación irregular.
Es así como los pobladores, mientras
luchan por construir entre los escombros, los estudiantes se inmiscuyen entre
los sectores más afectados de la catástrofe. Por parte de la institucionalidad
edilicia, la negligencia estratégica modela una situación política
conducente a la erradicación de estos lugares, y junto con ello la historia y
construcción social de la comunidad. Me quiero detener en la organización
social ya que es aquí donde Valparaíso encuentra la respuesta a su
problemática, el abandono, la postergación, el abastecimiento, la segregación,
el desorden y la estigmatización lo que lleva a una cruda desigualdad en el
acceso a ese derecho tan básico pero poco mencionado: “el derecho a la ciudad”.
La realidad se presenta de manera
contradictoria a la decisión de la autoridad, donde el poblador decide levantar
sus casas en el mismos lugar siniestrado, habitando terrenos con o sin
títulos de dominio y donde es solo cuestión de tiempo para ser poblado
nuevamente la planificación en este caso debe ser una guía, un acompañante del proceso espontaneo de urbanización
en el cual la vulnerabilidad social es una condición intrínseca de la ciudad
puerto y para esto se debe recalcar que el trabajo y la toma de decisiones se
debe dar de cara a sus habitantes y a su realidad sistémica. El neo-liberalismo
ha mostrado históricamente una intención de mantener erradicada a esta
población incrustada en la ciudad por bajar la plusvalía de sus propiedades.
Los conceptos que afloran en esta realidad
son dos : autonomía y paternalismo. La autonomía muestra a los miles de
pobladores trabajando en la auto-construcción de sus viviendas, donde el círculo
de trabajo es reducido, familiar, pero no menos relevante en la construcción
del tejido social, apoyado hoy por la masa crítica estudiantil. El segundo es
el paternalismo, expresado por la presencia gubernamental, institucional
y centralista desvinculada del cotidiano, donde se puede ver cierta
arrogancia en la expropiación al pobre para impedir su arraigo.
Estos días hemos podido observar a más de
los 2500 voluntarios acreditados que apuestan por un trabajo real con la
comunidad, un trabajo colectivo y colaborativo, donde la reconstrucción se
realiza junto con los afectados y nuca dejando de lado su historia de esfuerzo.
Esto significa realizar una gestión de la construcción de forma sustentable, en
armonía con el lugar y empatizando con aquellos que lo han perdido todo. Es más
fácil planificar un lugar de desde cero que un cuarto de las áreas
vulnerables de la ciudad, y por lo que es posible demostrar que en
estos casos que la fuerza por habitar puede más que las variables físicas y
climáticas.
Por otro lado, en la última década es
evidente la importancia excesiva que se ha dado al tema patrimonial en
Valparaíso, donde el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha
inyectado en la actualidad más de 36 mil
millones de pesos por este concepto y donde la deuda a nivel regional alcanza a
los 35 mil millones de pesos. Irónicamente aún quedan 1000 millones para
inversión, donde el desmalezado vale solo 170 millones. Es una realidad ver por
un lado la consolidación de la precariedad y vulnerabilidad de un
sector y una ciudad relegada con baja calidad y alta precariedad en los
servicios básicos y por el otro el incremento sistemático en la cantidad de
recursos hacia la protección patrimonial sin una lógica clara de inversión y la
construcción de una ciudad dual, patrimonial y espontánea. El plan
regulador de la ciudad puerto duerme en alguna consultoría privada, pues el
patrimonio ha sido tema de discusión obligada por muchos años, de la cual
actualmente se reciben ingresos importantes para un área restringida de la
ciudad puerto, dejando en el abandono absoluto a la discusión barrial y a la
inversión en infraestructuras en las áreas vulnerables.
Otro tema que se asoma rápidamente en el
tiempo es el crudo invierno próximo, donde la lluvia, el frio y el arrastre del
agua con escombros cerro abajo ha generado históricamente situaciones de
aluvión. En el Plan de Desarrollo Comunal (PLADECO) se explicita que el mayor
problema sistémico de la ciudad es producido por fenómenos
hidrometeorológicos , siendo una situación alarmista si la reparación de los
servicios básicos no son repuestos a la brevedad, por lo que estamos
probablemente ad portas de una nueva catástrofe, la cual será provocada por las
inclemencias del invierno. Escombros y remoción de tierras más el agua en
pendiente es el mejor escenario para una catástrofe aluvional. Para prevenir
que esto ocurra, es prioritario actuar con celeridad y proveer las medidas,
recursos y ayuda adecuada, no limitando la ayuda externa ni el voluntariado ya
que son estos quienes se han llevado las tareas de remoción de escombros
durante el trágico incendio de Valparaíso.
Finalmente, quiero dejar en claro que el
derecho a la ciudad debe ser un derecho básico, donde la intervención no puede
estar mediada por la prohibición sino por el acompañamiento , donde el uso de
suelo debe estar regulado con sentido social y donde la misma organización
social y del estado profundice la cohesión comunitaria, estructurando un nuevo
escenario en el puerto de Valparaíso.
Pablo Loyola
Especialista en Planificación Urbana
Asesor y colaborador de la JV 186a Cerro
el Litre
muy buena sintesis....gracias por la mirada.
ResponderEliminar